Energía renovable, el desafío de Centroamérica

Al evaluar a los países en conjunto la generación de energía a base de consumo fósil todavía es un común denominador en toda la región que debe ser superado.


A nivel centroamericano, Costa Rica va a la cabeza en la generación de energía limpia, pues el más del 98% de su matriz energética es renovable, le sigue Belice con 91%, Panamá con 77% y Honduras con 64.35%, mientras que El Salvador, Guatemala y Nicaragua se ubican entre los últimos lugares con 64, 62 y 56.5 por ciento respectivamente, según el Grupo Focal para la Sostenibilidad Energética.

Esta organización señala que al evaluar a los países en conjunto, la generación de energía a base de consumo fósil todavía es un común denominador en toda la región que debe ser superado.

No obstante, un estudio realizado por la Unidad de Energía y Recursos Naturales de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el 75% de la energía que se consumió en la región en 2017 se generó a través de fuentes renovables.

Jorge Polinieri, asesor presidencial en temas de Medio Ambiente del gobierno de Costa Rica destacó que unos de los procesos que se están viviendo a nivel global y económico, en el que los gobiernos son indispensables, es en comenzar un incremento masivo de la producción de energía renovable.

"Renovables de verdad a partir del uso de fuentes naturales, a partir del uso de biomasa y por supuesto incentivar un lema que desde la acción climática es sumamente importante y es que el kilowatt mas valioso es el kilowatt que no se consume”, expresó.

En la región, Nicaragua es el que menos avance ha registrado en el istmo en la transformación de su matriz energética, pues solo el 56,5% de esta es energía renovable, según Diego Osorno Gómez del Grupo Focal para la Sostenibilidad Energética.

“En este caso nosotros tenemos que hacer grandes inversiones para poder convertir la matriz energética, uno de estos es el descartar algunas plantas que están generando energía a partir de combustibles e invertir en proyectos para la generación de energía sostenible, en este caso no solamente que sean grandes proyectos, sino también que se tomen en cuenta a las comunidades para generar esa energía”, recomendó.

Osorno señaló que aunque todavía en Nicaragua no se visibiliza la participación comunitaria ni de la pequeña y mediana empresa en los proyectos de generación de energía renovable, reconoció que en el marco del Plan de Expansión 2016- 2030 el país ha alzando importantes avances.

“En el caso de cobertura eléctrica tenemos muy buenos indicadores, el Ministerio (de Energía y Minas) se ha puesto a las pilas, creo que tenemos más del 95 por ciento de cobertura eléctrica, esto significa que son oportunidades para las comunidades y estamos en el cumplimiento de la Estrategia 2020 que ahora es Estrategia 2030”, afirmó.

Al 2020 Centroamérica tiene el reto de tener que ampliar su matriz energética, renovable y sostenible, pero según Javier Mejía, Oficial de Energías Sostenibles Centro Humboldt, el desafío también es lograr este objetivo con la menor afectación social y al medio ambiente.

De acuerdo a Mejía, los países del istmo deben “enfocarse más en los pequeños proyectos descentralizados, en pequeños proyectos que sean administrados por la comunidad, que son por ejemplo las pequeñas centrales hidroeléctricas en vez de mega centrales, que sean pequeñas centrales más sostenibles ambientalmente y socialmente”.

Bajo la estrategia Energética Sustentable Centroamericana, la región se han plantado al 2020 aumentar en 11% la participación de fuentes renovables de energía en las matrices energéticas, reducir en un 20% la emisión de gases de efecto invernadero e implementar medidas de eficiencia energética en áreas como transporte, residencial, comercio, cocción e iluminación.

FOTO: VOS TV | CORTESÍA

Datos de un informe de la Unidad de Energía de América Latina y El Caribe del Banco Mundial en la región centroamericana resaltó que cerca de 20 millones de personas todavía “cocinan con biomasa en fogones abiertos o estufas rudimentarias”.

El estudio también indicó que “el número de personas en la región que usan biomasa para cocinar seguirá siendo significativo durante mucho tiempo debido a la alta incidencia de la pobreza, los altos precios combinados con la falta de sostenibilidad de los subsidios del gas licuado de petróleo (GLP)”.