Entre los juegos tradicionales nicaragüenses destaca el trompo./ Cortesía

Entre los juegos tradicionales nicaragüenses destaca el trompo./ Cortesía

Antes del celular y la consola estaban la rayuela, el trompo y la cuerda

Los juegos tradicionales nicaragüenses marcaron la infancia de muchas generaciones.


En un tiempo donde las pantallas acaparan la atención, rescatar los juegos tradicionales nicaragüenses es una manera de volver al origen, de reconectar con infancias pasadas y de transmitir a las nuevas generaciones algo más que diversión, es darles historias y valores.

Hoy, más que nunca es importante traerlos como una forma sana de entretener a los menores en los patios de los hogares, los recreos de las escuelas, “las piñatas” o simplemente en cualquier reunión, debido al avance de las nuevas tecnologías que se llevan la atención de los niños, en la diversidad de juegos electrónicos.

“El valor de los juegos tradicionales va mucho más allá del juego mismo, ya que transmiten cultura, identidad y enseñanzas sobre cómo convivir en comunidad”, afirma Miryam Palacios, escritora.

Para Palacios, estos juegos no solo deben rescatarse, sino incorporarse activamente en los programas educativos. “Muchos niños hoy en día no saben lo que es saltar la cuerda o girar un trompo y no porque no les interese, sino porque no se les ofrece esa experiencia. Necesitamos revalorar estos juegos en las aulas y en las familias”, asegura.

Tradicionalmente, muchos de estos juegos eran autogestionados por los propios niños, con reglas flexibles y sin necesidad de juguetes costosos, pues un simple pedazo de tiza para dibujar rayuelas, una cuerda vieja, o una liga bastaban para generar horas de diversión y competencia sana, además, se desarrollaban al aire libre, lo que promovía la actividad física y la socialización espontánea.

Hay que tener un equilibrio

Si bien hoy predominan los videojuegos y las redes sociales, Palacios considera que no se trata de oponerse a la tecnología, sino de equilibrar “podemos tener un niño que use una tablet, pero que también sepa saltar la rayuela o jugar landa landa, ambos mundos pueden convivir si los adultos nos comprometemos con su desarrollo integral”.

Volver a jugar a la antigua puede parecer un acto nostálgico, pero también es una forma poderosa de educación, memoria y salud. Los juegos tradicionales nicaragüenses no solo son parte del pasado, también pueden ser una herramienta para construir un presente más humano, creativo y activo para nuestras niñas y niños.