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Ester Expósito crece en 'El talento': "Tuve que poner una barrera para salvar mi paz"
La actriz de 'Élite' y 'Venus' interpreta a Elsa, una talentosa estudiante de violonchelo de la alta burguesía.
La actriz Ester Expósito (Madrid, 2000) admite a EFE que ha tenido que decidir "dónde poner la barrera" de la exposición pública para salvar su paz mental, una clase de dilema que se lleva a una situación extrema en la película 'El talento', en la que su personaje debe elegir entre sus sueños y su dignidad.
"Yo no separaba la actriz de la persona, pero la exposición mediática ha sido muy grande", relata la intérprete en la promoción de la cinta que se estrena este viernes, dirigida por Polo Menárguez, con guion y producción de Fernando Léon de Aranoa y que también protagoniza Pedro Casablanc ('Querer', 'Dolor y gloria').
La actriz de 'Élite' y 'Venus' interpreta a Elsa, una talentosa estudiante de violonchelo de la alta burguesía que acude a la fiesta de cumpleaños de una amiga muy superficial (Mirela Balić) en la mansión alquilada por su poderoso y retorcido padre, otro oscuro personaje que borda Casablanc.
Allí deberá decidir sobre dónde llegar para conseguir desarrollar la carrera artística con la que sueña. Sobre este tipo de dilemas, Expósito matiza que en su caso personal "la entrega y el sacrificio" a su profesión "es absoluto", pero "cada uno sabe hasta dónde está dispuesto a llegar en su honor, salud y paz mental".
"Ha habido momentos en que he parado y he dicho: Ester, está la actriz, pero también estás tú y tienes que ver hasta dónde permites que esto se meta dentro de tu paz y de tu vida, y donde pones la barrera de hasta dónde te afecta", remarca al respecto.
Un viaje a la dignidad
'El talento', dice su director, Polo Menárguez ('Los Farad', 'Sintiéndolo mucho'), es "un viaje hacia la dignidad y la madurez", en el que Elsa, "en una noche, se da cuenta de cómo funcionan las relaciones de poder".
La joven vive el "desclasamiento" de alguien que cree que lo tiene todo, "y que de repente, con una llamada, se cae veinte peldaños abajo y se da cuenta de que está fuera de ese mundo" de estatus, lujo y prepotencia, añade su director.
A partir de ahí, Expósito expresa "toda la emoción y el viaje interno" de su personaje, añade el también cineasta Fernando León de Aranoa, que adaptó, junto a Menárguez, la novela 'La señorita Else' (1924), de Arthur Schnitzler, concebida como un monólogo interior.
Ellos lo han convertido en una trama que también han actualizado, dándole a la protagonista el talento del violonchelo, "para poner en juego algo más que la situación económica familiar", remarca León de Aranoa.
Como en anteriores trabajos suyos -de 'Los lunes al sol' a 'El buen patrón'- la cuestión social es muy relevante: "nos interesaba hablar de cómo el talento está íntimamente ligado con la clase social, y cómo las redes de apoyo que sostienen a los grandes artistas muchas veces se tapan para darle más valor a al talento personal", abunda Menárguez.
Como principales exponentes de ese mundo de apariencias actúan Balić ('Élite', 'Mala influencia') y el mexicano Juan Pablo Fuentes ('Príncipes salvajes'), que aseguran que representan unos papeles que no son ajenos a la realidad de una sociedad superficial como la actual.
"La película es un baile de máscaras. Hay mucha falsedad, hay acoso, es turbia. Toda herida se tapa con un chiste, un bolso, una sonrisa", relata Balić, que ha construido un personaje que opta por no enterarse de nada hasta que le explota la verdad.
Fuentes, su novio en la película, añade que "es un entorno en que lo han tenido todo, pero están también carentes de todo", y en el que "nunca les ha faltado una casa, pero sí un abrazo", y por ello "carecen de las herramientas para enfrentarse a ciertas complejidades porque nunca las aprendieron".
La inspiración de Pedro Casablanc
La figura de poder la ejerce el personaje de Pedro Casablanc, a quien Ester Expósito no ahorra elogios. "Me inspiró mucho ver desde dónde trabaja un actor al que admiro tanto", dice sobre su compañero de reparto, que a su vez declara que para él la interpretación "es un placer enorme, juego y diversión", aunque sea para dar vida a papeles tan malignos.
"En la adolescencia nos hacemos unas máscaras, unas corazas que quien no se dedica a esto lleva para toda la vida. Nosotros intentamos romper esa coraza y volver a ser el niño que se compromete totalmente convirtiéndose en personaje", relata sobre su forma de vivir la profesión de actor.
También Expósito defiende esta ligereza: "hay algo de perder la inocencia, la creatividad, y que se vuelva todo más tortuoso, trascendental, profundo y oscuro", pero ella ha comprobado que cuanto menos se "come la cabeza" y más disfruta del juego, más le gusta el resultado de su trabajo.