Foto: EFE

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Piercings y corsés, las tendencias del siglo XV que adoptan los modernos del XXI

La moda de hace seis siglos trasciende en esta era.


Todo -o casi todo- está inventado. Los pantalones rasgados surgieron en el siglo XV, no en los 90, los piercings ya los lucían las damas en el XVII y los corsés eran prendas que también utilizaban los caballeros... La moda de hace seis siglos trasciende a los modernos -ya no tanto- del siglo XXI.

Así lo refleja Consuelo Sanz de Bremond en el libro 'Historia de la indumentaria española' (Almuzara), un tratado sobre la historia de la moda desde la Edad Media hasta el siglo XX que rompe con el bulo de austeridad y aseo de Isabel La Católica y con el lúgubre vestuario de la corte del Felipe II.

"Es un estudio sociológico sobre cómo la ropa delimita clases sociales, gremios o estado civil", explica a EFE Sanz de Bremond (Valencia, 1963), cuyo objetivo es que el lector "se sorprenda y se ría".

Curioso armario masculino

Aunque resulte difícil de creer, bragas es un término que aparece documentado en el siglo XII, atribuido a una prenda interior masculina, aunque no será hasta el siglo XX cuando cambie de género.

La década de los 90 del siglo XX coronó los vaqueros rotos gracias a David Beckham y sus Gucci, pero en realidad es en el XV cuando eran habituales los cortes en las mangas de los jubones y las calzas masculinas, una tendencia que se originó en Italia y que permitía dejar visible la tela de la prenda inferior, que solía ser de distinto color.

La popular chupa cheli no es cosa de ahora, se origina en el XVII como una prenda semiinterior ajustada que se va modificando hasta llegar al chaleco en el XIX.

Por otro lado, los 'metrosexuales' no eran bien vistos en el XVI, una época en la que se considera falta de masculinidad que los hombres se afeitaran la barba y utilizaran cosméticos; las críticas se ensañaban con los que usaban joyas y corsés en el XIX, que tantas ganas tenían de eliminar de su atuendo las féminas en el XVIII.

Piercings y pantalones

Modas que exigían fortaleza por parte de quienes las seguían, advierte Sanz de Bremond, que recuerda que los cambios en la vestimenta femenina como masculina siempre ha tenido comentarios moralistas contra las nuevas tendencias. "Cada moda esconde una revolución", apostilla Sanz de Bremond.

Pese a lo que pueda parecer, los piercings no son un fenómeno reciente. María de Portugal llevó hasta cinco pendientes en una oreja, como demuestra el cuadro de Antonio Moro del siglo XVI. Isabel Clara Eugenia deja que un cordón de oro pase por distintos agujeros en otra.

La incorporación de jaqueta -una chaqueta más corta- y el jubón en el XV soportó los aspavientos de los más mayores al dejar las ajustadas calzas a la vista los genitales que se cubrían con una prominente bragueta en la que algunos introducían diferentes objetos para hacerla más grande y presumir de virilidad.

Otro momento destacado fue la incorporación del pantalón al armario femenino a mediados del siglo XX. En Europa y Estados Unidos se introdujo antes que en España, al estar asociado a las milicianas durante la Guerra Civil.

El diseñador Josep Ferré, a finales de los 50, fue el primero que propuso el traje pantalón y logró que las mujeres de más edad lo utilizaran.

La escritora desmonta uno de los bulos más extendidos: Isabel La Católica nunca dejó de asearse, una actitud que se confundió con la que sí adoptó Isabel Clara Eugenia de Austria de "no mudar camisa hasta ser dueña de la plaza" en referencia al sitio a Ostende.

Por otro lado, la reina de Castilla no era ni sobria ni recatada en el vestir. "Traía de cabeza a su confesor", Fray Hernando de Talavera, con los escotes de sus vestidos. Consideraba "indecente" que utilizara la saya con verdugos al dejar los pies al descubierto.