Mujeres emprendedoras de Cuajachillo Ciudad Sandino


En la comunidad de Cuajachillo, ubicada en Ciudad Sandino, existe la Asociación Conciencia y Hermandad, en donde se reúnen alrededor de 80 mujeres organizadas por rubros, un grupo de mujeres se dedican a la elaboración de muebles, bisutería, costura, que surgen de la reutilización de desechos tales como: latas de gaseosas, bolsas, papel de periódico o revistas, ripios de madera, vidrio, aluminio, llantas, objetos plásticos, entre otros; y que son bien aprovechados para crear objetos útiles y bonitos. La Asociación Conciencia y Hermandad surgió desde hace más de 20 años, con el fin de capacitar a mujeres en distintas actividades a través del reciclaje, que al final funcionan para obtener ingresos económicos para las familias de quienes se integran a esta labor. Lo común entre estas mujeres es que todas ellas tienen hijos con discapacidad, por lo cual muchas trabajan desde sus casas porque sus hijos requieren de cuidado y atención esmerada. "Tengo una niña con parálisis cerebral, ella requiere de mis cuidos, yo ya he entrado a trabajar y no he podido, porque creo que por las necesidades especiales de mi hija solo yo puedo cuidarla así que trabajo desde mi casa". Nos comparte Elizabeth Valdivia, artesana. El corazón de la fundación Lilliana Rodríguez, directora de la asociación conoció en experiencia propia lo que es tener un niño con parálisis cerebral. "Cuando termine mi secundaria busque la congregación de Madre Teresa de Calcuta, ingresé, hice votos por dos años, luego yo viaje a mi pueblo natal Nueva Guinea y allí me regalaron un niño con parálisis cerebral, me dio tanta ternura y amor que quise hacerme responsable de él y cuando regrese al convento las monjas no me aceptaron, porque era un convento, no un centro, entonces decidí fundar la asociación y crear alternativas de trabajo para mujeres que pasan esta misma situación. Capacitación en cadena Asimismo la capacitación se genera en cadena, las mujeres que ya tienen amplio conocimiento en cualquiera de los rubros, capacitan a las otras mujeres para ir ampliando las posibilidades de empleo. El dinero obtenido por la venta de cada uno de los productos es utilizado para la compra de comida, medicamentos, incluso sillas de ruedas para los hijos de las mujeres artesanas. "Lo que es considerado basura para muchas personas, para nosotras es materia prima. Nosotras transformamos y le damos vida a los desechos". Concluye Dulce Hernández, integrante de la asociación.