Foto: Referencial

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Se confirma el primer caso del gusano "come carne" en EE.UU.

Un hombre de Maryland fue infectado por el gusano barrenador del Nuevo Mundo.


Un hombre de Maryland se convirtió en el primer caso humano en Estados Unidos infectado por el gusano barrenador del Nuevo Mundo, un parásito conocido por alimentarse de carne viva y que desde hace dos años ha generado preocupación en Centroamérica y México.

El caso, confirmado este domingo por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (HHS) junto a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y fue detectado el 4 de agosto, luego de que el paciente regresara de un viaje a El Salvador, uno de los países donde circula la plaga.

Pese a que la persona ya recibe tratamiento y las autoridades aseguran que el riesgo de transmisión es bajo, la noticia encendió las alarmas por el impacto que este parásito tiene en la salud animal y la economía.

El gusano barrenador, también llamado “screwworm”, es la larva de una mosca que deposita sus huevos en heridas abiertas de animales de sangre caliente. Cuando las larvas nacen, penetran en los tejidos vivos como si fueran un tornillo en madera, provocando necrosis y, en muchos casos, la muerte si no se trata a tiempo.

Aunque la infección en humanos es poco común, no es imposible, el tratamiento suele requerir la extracción manual de las larvas y desinfección profunda de la herida.

El riesgo económico

El gusano barrenador del Nuevo Mundo puede devastar poblaciones ganaderas y afectar también a fauna silvestre y mascotas, con consecuencias económicas significativas.

El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) estima que una epidemia podría costar a Texas, principal estado productor de ganado del país, cerca de 1.800 millones de dólares en muertes de animales, gastos laborales y medicamentos.

Desde 2023, la plaga se ha expandido desde el Caribe y Sudamérica hacia el sur de México, con casos recientes en Veracruz, a tan solo 595 kilómetros de la frontera con EE. UU. Esto obligó a las autoridades estadounidenses a cerrar temporalmente las importaciones de ganado en varias ocasiones durante el último año.