
Referencial
Niños corren el riesgo de no desarrollar sus habilidades por falta de juego físico
El juego representa una etapa fundamental en la infancia.
El juego no es solo diversión, es una herramienta fundamental para el desarrollo emocional, social y cognitivo de la infancia. Sin embargo, en los últimos años, su práctica ha disminuido notablemente, desplazada por el uso excesivo de pantallas. Esta tendencia preocupa a especialistas que advierten sobre sus consecuencias a corto y largo plazo.
El pediatra Juan Zapata advirtió que “el juego es tan importante como una buena nutrición. Estimula el neurodesarrollo, la creatividad, la socialización y el bienestar emocional del niño”.
Señaló que uno de los principales riesgos es la sustitución del juego por el uso de dispositivos electrónicos. “Estamos en un mundo digital, pero cuando caemos en el exceso, perdemos el contacto entre niños y entre niños y adultos. Eso puede afectar su neurodesarrollo a largo plazo”, dijo.
También subrayó que ningún niño menor de dos años debería estar expuesto a pantallas, ya que esta etapa es clave para establecer vínculos afectivos y fomentar el juego físico.
El psicólogo Manuel Ordóñez también alertó sobre las consecuencias emocionales y sociales de esta pérdida de juegos tradicionales.
“En estos tiempos, los juegos han decaído. Ya casi no se escuchan juegos como los de antes, que fomentaban la sociabilización, la creatividad, y la expresión de emociones”, expresó.
Ordóñez apuntó que la falta de juego puede incidir en la formación de la personalidad del niño, dificultar su habilidad para expresar emociones y hasta ponerlo en riesgo.
“Los niños que no juegan, que no se expresan, tienen menos herramientas para comunicar situaciones difíciles, como el abuso. El juego es una vía de expresión emocional y una herramienta para generar confianza”, refirió.
Ambos especialistas coincidieron en que el juego debe ser retomado como una prioridad en la crianza. “Es necesario fomentar un juego sano, responsable, que permita a los niños ganar confianza, desarrollar sus emociones y habilidades sociales”, recomendó Ordóñez.
A su vez, Zapata enfatizó la importancia de que los padres se involucren desde etapas tempranas. “El juego empieza desde los primeros días de vida. A veces no lo notamos, pero cuando el bebé sonríe, imita o sigue a un adulto, ya está jugando. Esa interacción es vital”, indicó.
La recomendación es clara, reducir el uso de pantallas, especialmente en menores de dos años, y promover juegos físicos como colorear, modelar con plastilina o simplemente correr, saltar y compartir con otros niños.
Recuperar el juego no solo es volver a la infancia de antes, es asegurar una infancia plena, con un desarrollo sano