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Uso desequilibrado del suelo podría comprometer la capacidad productiva del país

La pérdida de cobertura vegetal también repercute en la calidad del suelo.


El aprovechamiento intensivo y poco planificado del suelo en Nicaragua podría generar serias afectaciones a largo plazo, particularmente en su capacidad para sostener la producción agrícola, una de las principales actividades económicas del país.

Así lo señala Raomir Manzanares, del Comité Basura Cero, quien considera que es necesario fomentar una visión más sostenible del uso del suelo para evitar consecuencias irreversibles.

A pesar de que Nicaragua cuenta con una de las mayores disponibilidades de tierra por habitante en Centroamérica, más del 80% de su superficie está dedicada a actividades agropecuarias.

Sin embargo, buena parte de ese uso responde a esquemas extensivos que, según expertos, podrían agotar los nutrientes del suelo si no se implementan prácticas de conservación, restauración y diversificación de cultivos.

“Si no cambiamos nuestras prácticas actuales, podríamos enfrentar una pérdida considerable de productividad, tal como ha ocurrido en otros países de la región”, advierte Manzanares, al tiempo que reconoce que Nicaragua aún conserva ventajas estratégicas gracias a su ubicación geográfica y disponibilidad de recursos naturales.

Uno de los aspectos positivos que se destacan en el actual contexto es la notable disminución de los incendios forestales en comparación con años anteriores.

De acuerdo con el experto, esta reducción se debe a una combinación de factores como condiciones climáticas favorables, vigilancia y mayor coordinación. “Este año hemos visto menos incendios, y eso es una buena señal, aunque todavía hay mucho por hacer”, apuntó.

Claves para proteger el suelo

El especialista también subraya la importancia de implementar obras primarias de retención de suelo en las cuencas hidrográficas, así como fomentar la reforestación en zonas altas, medias y bajas.

“Los árboles no solo previenen la erosión, también ayudan a conservar el agua y mitigan los impactos de fenómenos extremos como huracanes y tormentas tropicales”, aseguró

La pérdida de cobertura vegetal también repercute en la calidad del suelo. Cuando este se ve arrastrado por las corrientes de agua, pierde nutrientes esenciales que afectan directamente la calidad de las cosechas.

Manzanares enfatiza que esta situación podría agravarse si no se fortalecen los programas de educación ambiental y no se asegura la participación activa de todos los sectores como gobierno, empresas, universidades y comunidades locales.

“La reforestación, el uso de bioplaguicidas, la implementación de planes de gestión ambiental y la inversión en brigadas contra incendios forestales son algunas de las acciones clave para frenar esta tendencia”, explicó el ambientalista, quien también insiste en que las quemas agrícolas y el uso excesivo de agroquímicos deben ser regulados con mayor rigurosidad.