
Referencial
Seno familiar es afectado por traumas colectivos no sanados
En los últimos 15 días se ha registrado al menos tres hechos que han conmocionado a los nicaragüenses.
En los últimos días, el país ha sido marcado por varios casos de violencia en el seno familiar que han terminado en tragedias. El sociólogo Miguel España, considera que detrás de esta problemática hay diversas causas que propician la reproducción de comportamientos violentos que afectan profundamente el tejido social, como la acumulación de traumas colectivos no sanados.
“La familia y la sociedad son como una telaraña. Si se rompe un punto, todo el sistema se ve afectado. Nicaragua ha sido golpeada por una historia integral que no ha sido sanada, y eso incide directamente en cómo las personas enfrentan sus conflictos”, detalla.
El experto señala que esa acumulación de estrés y heridas no resueltas se traduce en una cultura que no sabe gestionar crisis ni emociones.
“Nos han enseñado que los problemas se solucionan a como dé lugar, y muchas veces eso significa con violencia”, afirma.
Desde una perspectiva neurocientífica, el sociólogo alude a la epigenética como un factor que también incide en la transmisión intergeneracional de patrones de conducta, indicando que ciertas predisposiciones a reacciones violentas pueden ser activadas por situaciones de estrés extremo.
“Esto no significa que las nuevas generaciones sean violentas por naturaleza, sino que, ante condiciones desfavorables, pueden activar mecanismos heredados y repetir patrones”, agrega.
Otro factor
El machismo posesivo también es un factor clave, ya que, la falta de educación emocional y la ausencia de una formación sobre masculinidades no tóxicas contribuyen a que muchos hombres sigan viendo a sus parejas e hijos como propiedades, lo que desencadena actos de extrema violencia.
“No hemos aprendido a ser hombres de forma diferente. No hemos aprendido a dialogar ni a resolver los conflictos de manera asertiva”, lamenta.
Hechos recientes que estremecen al país
El pasado 22 de junio, un femicidio y parricidio estremeció al barrio Villa Reconciliación Sur, en Managua. Bayardo José Morales Madrigal, de 48 años, asesinó a su pareja, Julia Montoya Chavarría, y a su hija de 14 años, antes de quitarse la vida por ahorcamiento.
Días después, el 5 de julio Jesenia María Mercado García, de 42 años, perdió la vida a manos de su sobrino Yair Josué Gómez Mercado, de 18 años, en San Marcos, Carazo. El lamentable hecho se dio luego de una discusión familiar bajo los efectos del alcohol. El joven, tras recibir un golpe de su tía, respondió sacando un cuchillo y asestándole una estocada en el cuello que le quitó la vida en el acto.
El 6 de julio, un nuevo parricidio conmocionó a la comunidad de Danly Arriba, en Siuna. Julmen Isaac Hernández Zamora, de 29 años, en estado de ebriedad, privó de la vida a su padre, Cristino Hernández Pérez, de 68 años, tras exigirle la entrega de unas tierras como herencia.
Según vecinos, la discusión por los bienes era recurrente, pero nunca imaginaron que terminaría en un crimen tan atroz.
La urgencia de una sanación colectiva
Para el especialista, estos crímenes no son hechos aislados, sino el reflejo de una sociedad que no ha sanado y que reproduce la violencia en diferentes escalas.
“No hemos tenido un proceso formal de sanación Seguimos cargando con las heridas (…) y el abandono emocional”, concluye.
El sociólogo considera urgente transformar la educación emocional, trabajar la salud mental colectiva y fomentar nuevas formas de masculinidad, resulta vital para romper con este ciclo de violencia heredada.
Afirma que, de lo contrario, los traumas seguirán repitiéndose como un eco sangriento en el corazón de las familias nicaragüenses.