Luz Marina Oporta, una valiente evangelizadora que superó al cáncer
Al ser detectada con la enfermedad, los médicos le daban seis meses de vida, pero ella se aferró a la voluntad de Dios.
En el barrio San Judas de Managua habita una señora llena de fe. Luz Marina Oporta es sobreviviente de cáncer de colon, una enfermedad que le fue diagnosticada en el 2015, luego de padecer fuertes dolores en su estómago, malestares que le dio durante un embarazo y que perdió a su bebé debido a los síntomas.
"Dios tiene un plan y un propósito, a raíz de lo que me ha acontecido, en el 2015 yo tuve un embarazo y se me vino una hemorragia, me fui de emergencia al hospital y cuando llegué el médico me dice que es un embarazo tópico e iba a perderlo", relata.
"Para mí fue difícil, porque uno siempre tiene la ilusión de un hijo y lo espera con ansias. Después de ese proceso, yo comencé a tener ciertos síntomas que no eran comunes, comencé a sentir que mi estómago se me inflamaba, que me costaba ir al baño, a veces no defecaba, con vómitos, me fui decayendo, solo quería estar acostada y me decían que era colitis, pero yo le dije a doctor que me sentía mal y me hicieron una tomografía, reflejó que tenía un engrosamiento en colon", recuerda Luz Marina.
Su inicio con la enfermedad fue preocupante para ella y su familia, porque antes de conocer los resultados siempre tuvieron temor que las noticias no fueran tan positivas. Luego de varios exámenes, los médicos diagnostican un tumor maligno en su intestino, un tumor que requirió de una operación para evitar que se extendiera, sin embargo, no detuvo a la enfermedad.
"No es una noticia fácil de recibir, que la persona que uno ama, el pilar en casa, tenga un diagnóstico tan difícil, tan crudo, tan inesperado; pero considero que cuando tenemos la fe puesta en Dios hay una fortaleza grande en el ser humano, yo me aferré a ese propósito que Dios tiene para cada uno", expresa Hellen Urbina Oporta, hija de Luz Marina.
Con el paso de los meses, Luz Marina tuvo varias operaciones, debido a que presentó perforación gastrointestinal y la obligó a utilizar bolsa de colostomía para hacer sus necesidades, pero siempre tuvo presente en su mente el amor y el temor a Dios.
"En ese tiempo en el hospital Dios puso su mano, su gracia sobre mí, porque cuando el médico le dijo a mi familia que ese tumor ya estaba pasado y que solo me daban seis meses, que me iban a operar, entonces mi familia se fueron a orar y a clamar a Dios por mí", recuerda Luz Marina.
Doña Luz Marina dejó su caso al creador, que él tomara el rumbo y la decisión de la vida de ella, aunque muchos pensaban que se necesitaba más que eso para vencer el cáncer, estaba consciente que Dios era el único que podía ayudarla.
“Pase un proceso de quimioterapia, seis sesiones de doce, no bote mi pelo, yo siempre tenía un gozo, una alegría y me iba a la iglesia, a veces nadie sabía como yo andaba, pero Dios me daba fuerzas para seguir adelante, estando en el proceso de las quimioterapias, los médicos me dijeron que la enfermedad me había regresado y en ese momento yo dije que Dios es perfecto y él me sanó y si estoy aquí porque Dios está conmigo, me volvieron a operar y salí victoriosa", comparte.
A pesar de los obstáculos, ella nunca dejó de evangelizar desde su casa; a través de llamadas telefónicas o visitas que recibía en su hogar, siempre llevaba la palabra de Dios como un testimonio propio de que el creador tiene el control de todo.
“Estoy aquí, seis años con un proceso de recuperación y estoy tranquila, a veces el temor viene, pero dice la palabra del señor que el amor echa fuera el temor, si Dios me ha permitido estar seis años después del 2015, es el dueño de mi vida”, resalta.
“La recuperación ha sido bastante difícil y he deseado por verla como antes de la enfermedad, porque ella es una persona muy activa y le gusta estar participando en actividades, es muy involucrada y muy servicial, para mí ha sido difícil verla aquí en casa porque siempre la he visto muy productiva, pero le hemos dado gracias a Dios por tenerla todavía", indica su hija.
Hoy Luz Marina vive con sus tres hijas, su esposo y nietas, cada día agradece a Dios por la oportunidad de seguir sirviéndole.
“Soy una sobreviviente de cáncer, los médicos me habían desahuciado, pero ahí es donde el señor vino y nos responde, ahí es donde une debe aferrarse a él y decir que mi vida te pertenece y que él sabe mejor que nadie el tiempo, yo tengo una gran herida y cuando la veo me hace ver también la grandeza de Dios", apunta.