Cortesía

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Como salido de Animal Planet, el nica que entrena gavilanes en Nandaime


Aunque es un arte poco conocido en Nicaragua, el joven Ronald Alfonso Flores Lara, de 20 años, siente que nació para adiestrar aves cazadoras. Esta actividad llamada cetrería la ha practicado durante más de 2 años y lo ha hecho sobresalir en el municipio de Nandaime en Granada, de donde es originario, pues la mayoría se asombran de su capacidad para instruir principalmente a gavilanes.

Adiestrar a una de las aves cazadoras más letales de los bosques nicaragüenses, ha sido una de las experiencias más estupendas para este joven, quien descubrió su talento tras ver un video.

“Despertó mi interés y comencé a estudiar al respecto, es una práctica que se hace en otros países como México y España, muy poco aquí en Nicaragua, pero es útil, porque por ejemplo en el país azteca ocupan halcones peregrinos en los aeropuertos, para el control aviar”, comenta.

De acuerdo con Flores Lara, la cetrería es la actividad de cazar con aves rapaces entrenadas, especialmente con halcones, gavilanes, águilas y otras aves de presa para la captura de otras especies.

“En la cetrería las aves cazadoras se pueden capturar por edades, yo tengo 2 en mi casa, 1 que la capturé cuando era independiente de sus padres, pero aún estaba joven y otra desde su nacimiento”, relata.

El joven explica que ambas aves las ocupa para cuidar los cultivos, “más que todo para persuadir a otras aves, que no dañen las cosechas, porque como los gavilanes son depredadores, otras aves evitan acercarse a la zona”, comparte.

Flores Lara, confiesa que algunas personas han dudado de su capacidad para hacer volar gavilanes y que regresen a él, pero una vez que les muestra, se quedan asombrados y hasta le piden que les enseñe.

“La cetrería no es para cualquiera, se necesita mucha responsabilidad y compromiso, hay que alimentarlas, estudiar sobre el tema, aprender técnicas, leer libros, ver videos, no es así por así”, resalta.

Ronald Alfonso, quien es estudiante de Ingeniería Civil, señala que ha hecho amistades en otros países, gracias a este arte, con los que interactúa constantemente e intercambia conocimiento.

“Quisiera aclarar que yo no le hago daño a ninguna ave, he recibido comentarios de personas que dicen que los gavilanes míos deben estar libres, pero estoy seguro de que si alguien los ve, lo primero que piensan es en matarlos, de hecho, uno de los que yo tengo, fue porque lo salve, pero estos míos, salen todas las tardes a volar y se mantienen en una percha, diferente al caso de algunas loras, que lamentablemente sí las tienen encerradas hasta por años”, manifiesta.

Este joven ha recibido también capacitaciones de las autoridades y él por su cuenta, sigue aprendiendo sobre este arte.

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