Fotos: cortesía

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La historia de una madre marcada por Santo Domingo de Guzmán

Hace 13 años enfrentó un momento duro, la enfermedad de su hijo, de apenas diez años.


Hace trece años, Roxana Corea Martínez enfrentó uno de los momentos más duros de su vida. Su hijo, de apenas diez años, se enfermó gravemente justo cuando ella aún lidiaba con el reciente fallecimiento de su madre. Al principio, los médicos sospechaban que se trataba de un virus o parásitos, pero con el paso de los días, su condición se deterioró rápidamente.

Durante días y tras varias visitas hospital sin que el paciente presentara mejorías, la desesperada madre, llevó al niño ante la pediatra de turno, ella lo revisó con más detalle y sospechó de una apendicitis aguda e inmediatamente ordenaron realizarle un ultrasonido de emergencia.

Tras revisar el caso, confirmaron que el niño debía ser operado de inmediato, en ese momento, Roxana fue notificada que debía firmar unos documentos donde le advertían que no le daban garantía de vida a su hijo.

Aferrada a Santo Domingo

Esta ferviente madre se aferró a la creencia que le fue inculcada desde pequeña: Santo Domingo de Guzmán y en plena víspera de su procesión, le ofreció su oración más sincera “si su hijo debía partir, que acompañara a su abuela; si no, que regresara con ella”.

Contra todo pronóstico, el niño sobrevivió, pasó diez días hospitalizado, en estado delicado, con oxígeno y sondas, pero logró recuperarse.

Testimonio de fe

Hoy este niño tiene 23 años y considera ese momento como un verdadero milagro de Santo Domingo, su madre, fiel devota del santo, le inculcó esa fe desde niño, asistiendo juntos a procesiones, dejando limosnas y tirando cohetes en su honor.

Desde entonces, mantiene viva esa tradición con más fervor. Cada 31 de julio y cada 1 de agosto, sin importar si trabaja o no, asiste a las celebraciones dedicadas a Santo Domingo, asegura que es su forma de agradecer, año con año, el milagro concedido.

Pero los vínculos con el santo no terminan ahí, pues años después, quedó embarazada de su hija menor, su médico, también devoto de Santo Domingo, le propuso programar la cesárea el 8 de agosto, día del santo, así, su hija nació también bajo el amparo de la fe. “Tengo dos grandes razones para seguir creyendo”, concluye Corea con emoción.