
Referencial
Ansiedad: El enemigo silencioso que puede afectar en los distintos ámbitos de la vida
La psicóloga Yulia Loredo explica que no tiene edad, etnia o género.
"La ansiedad no es una enfermedad, no es algo que nos va a volver locos, ni nos hará perder el control. Es una emoción como todas y puede ser funcional o disfuncional en dependencia de la situación en la que nos encontremos", explica la psicóloga Yulia Loredo.
Así mismo recalca, que es un estado natural del ser humano y un método de respuesta de la mente cuando la persona está en peligro.
Esta se puede presentar en dos versiones: la adaptativa, que es con la que todos los seres humanos nacemos, y el trastorno que es cuando se vuelve muy frecuente o intenso y tenemos que resolver de inmediato.
Según la especialista, algunas formas de identificarlo, por ejemplo, es cuando nuestras preocupaciones son constantes. Esto puede llegar a escalar a tal punto que algunos ejercicios como la respiración no causen algún efecto para sentirse mejor y síntomas como taquicardias, sudoración inexplicable, hormigueo, mareo, vómitos o ataques de pánico que empiezan a aparecer en la vida cotidiana.
“La ansiedad viene de miedos irracionales y del futuro”
Por otro lado, en la parte emocional está la despersonalización, que es cuando sentimos que estamos fuera de nuestro cuerpo o una sensación como estar en un túnel y te sientes disperso.
La forma en la que trabaja nuestra mente es como un control remoto que envía señales a nuestro sistema nervioso, corazón y demás órganos. Y si tenemos algunas emociones sin gestionar es donde nos ataca con señales físicas que afectan nuestros órganos.
Loredo brinda algunas recomendaciones que te serán de gran utilidad en el día a día, entre ellas: Investiga sobre rueda de las emociones y con base a ese cuadro, escribe cómo te sentiste en tu día o alguna preocupación externa/interna.
Hacer uso de la técnica de inhalar y exhalar: Imagina que tu estómago es un globo y que necesitás inflarlo, para eso vamos a simular que olemos algo y haremos una cuenta de cuatro segundos para inhalar y otros cuatro segundos para exhalar. El secreto está en inhalar con tu estómago.
También puedes hacer la misma técnica con los puños de tus manos cerrados y al exhalar sueltas la tensión de las manos.