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El azúcar refinada altera el sistema nervioso desde la infancia, según una especialista
Este tipo de sustancia no ofrece ningún beneficio nutricional real.
El azúcar refinada, considerada muy adictiva, afecta seriamente el sistema nervioso desde la infancia y puede desencadenar desórdenes hormonales, picos de ansiedad y daño progresivo al páncreas.
Aunque muchas veces su consumo es normalizado desde los primeros meses de vida, su impacto en la salud cerebral es profundo y duradero, advirtió Liliam Pérez, terapeuta corporal.
Este tipo de azúcar, ampliamente utilizado en productos procesados, no ofrece ningún beneficio nutricional real. Por el contrario, genera un círculo de dependencia debido a que provoca liberaciones rápidas de dopamina, la hormona del placer, haciendo que las personas busquen repetir la experiencia una y otra vez.
Este proceso, contribuye a que el cerebro asocie el consumo de azúcar con bienestar momentáneo, a pesar de los daños acumulativos que produce en el organismo.
La especialista alertó que basta con una sola exposición temprana a alimentos azucarados para que un bebé desarrolle una preferencia marcada por el dulce, entrenando al paladar desde edades tempranas y predisponiéndolo a futuros problemas de salud como la ansiedad, la obesidad y la resistencia a la insulina.
Cuidado con la sal
Muchos padres, por desconocimiento o costumbre, introducen el azúcar refinada en la dieta infantil creyendo que es inofensiva o incluso necesaria, perpetuando así hábitos alimenticios poco saludables.
El azúcar refinada, más allá de proporcionar un sabor agradable, genera picos de glucosa en la sangre que desestabilizan el sistema nervioso y la producción hormonal.
Estos picos, seguidos de caídas abruptas, provocan cansancio, irritabilidad y una necesidad constante de volver a consumir productos azucarados. A largo plazo, esta "montaña rusa" metabólica puede derivar en daños pancreáticos y trastornos del estado de ánimo.
Asimismo, el exceso de sal en la alimentación diaria también incide negativamente en el sistema nervioso. Aunque el sodio es esencial para algunas funciones del organismo, su consumo desmedido (especialmente a través de alimentos procesados como bebidas gaseosas, snacks y comidas rápidas) contribuye a la retención de líquidos, eleva el riesgo de hipertensión y afecta la circulación sanguínea, lo cual repercute directamente en el cerebro y el sistema nervioso.
No obstante, la sal no debe ser eliminada de forma absoluta. Consumida con moderación y en su forma más natural, puede ser beneficiosa en casos de hipotensión o deshidratación.
El problema surge cuando la ingesta diaria supera las recomendaciones nutricionales, fenómeno cada vez más común debido a la sobreindustrialización de los alimentos.
Para proteger el sistema nervioso y la salud general, la recomendación es optar por fuentes naturales de azúcar, como las frutas, donde el azúcar se encuentra acompañada de fibra, vitaminas y minerales esenciales.
Asimismo, se aconseja limitar el consumo de alimentos ultraprocesados, reducir la sal añadida y educar el paladar desde etapas tempranas para preferir sabores naturales.
Evitar la exposición temprana al azúcar refinada y controlar la cantidad de sodio en la dieta son pasos fundamentales para preservar la salud cerebral, prevenir enfermedades crónicas y fomentar un bienestar emocional más estable a lo largo de la vida.