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El dolor emocional que se convierte en daño físico crónico

La fibromialgia, es una enfermedad real, compleja y en muchos casos, incomprendida.


Un dolor físico persistente que no se alivia con analgésicos comunes, una mente nublada que entorpece el pensamiento, fatiga constante que no se desvanece ni con el descanso.

Estos son algunos de los síntomas de la fibromialgia, un trastorno crónico que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta al 2% de la población mundial, siendo más común en mujeres, aunque también se presenta en hombres.

De acuerdo con el médico general Jorge Manzanares, esta enfermedad se caracteriza por dolor músculo-esquelético generalizado.

“Puede doler en varias partes del cuerpo. Hay puntos específicos que se vuelven mucho más sensibles. Esto ocurre porque disminuye el umbral del dolor. Estímulos que antes no generaban molestias, ahora sí lo hacen”, explica el especialista.

La fibromialgia no solo afecta físicamente. El dolor se entrelaza con síntomas como insomnio, fatiga intensa, alteraciones en la atención, pérdida de memoria y lo que se conoce como “neblina mental”.

Las personas con este trastorno también pueden desarrollar ansiedad o depresión, creando un círculo vicioso que intensifica el sufrimiento.

Cómo afecta la salud mental

El componente emocional es fundamental en esta condición. La psicóloga Yerling Castillo señala que muchos pacientes con fibromialgia han experimentado traumas no resueltos, estrés crónico o situaciones de abuso.

“Este trastorno traduce el dolor emocional en un dolor físico y persistente. Es una forma en que el cuerpo grita lo que la mente ha callado por mucho tiempo”, sostiene.

Según el Dr. Manzanares, el estrés actúa como un desencadenante poderoso. “Cirugías, duelos, conflictos personales o laborales… cualquier evento que represente una carga emocional significativa puede marcar el inicio del trastorno”, indica.

Uno de los desafíos más grandes es el diagnóstico. No existen pruebas de laboratorio específicas para identificar la fibromialgia, por lo que el diagnóstico es clínico, es decir, se realiza en base al historial médico, la descripción de los síntomas y la exclusión de otras enfermedades.

“Lo importante es escuchar al paciente. Cuando describe dolores persistentes, fatiga que no mejora con el sueño, problemas de concentración, insomnio y estados de ánimo alterados, se empiezan a conectar los puntos para llegar al diagnóstico”, detalla Manzanares.

En cuanto al tratamiento, el médico advierte que los analgésicos convencionales no suelen ser efectivos. En su lugar, se utilizan medicamentos para tratar el dolor neuropático, como ciertos antidepresivos o ansiolíticos. Pero más allá del tratamiento farmacológico, resalta la necesidad de acompañamiento psicológico y técnicas de manejo del estrés.

“El objetivo no es solo reducir el dolor, sino mejorar la calidad de vida. Con el tratamiento adecuado, muchos pacientes logran adaptarse y llevar una vida funcional”, concluye el doctor.

La fibromialgia es una enfermedad real, compleja y, en muchos casos, incomprendida. Visibilizarla es el primer paso para apoyar a quienes conviven con ella. La empatía, el acompañamiento emocional y el abordaje médico multidisciplinario son claves para enfrentar este dolor que no siempre se ve, pero que es profundamente sentido.