Cortesía

Cortesía

Infertilidad secundaria: la dificultad para concebir un segundo hijo

Se presenta con más frecuencia de lo que se cree y puede generar una profunda frustración emocional en las parejas, afirma ginecóloga.


Aunque parezca contradictorio, algunas mujeres que ya han sido madres no logran concebir un segundo hijo, a esta condición se le conoce como infertilidad secundaria, que, aunque es poco conocida en Nicaragua, se presenta con más frecuencia de lo que se cree y puede generar una profunda frustración emocional en las parejas, explica la ginecóloga obstetra Mayber Saavedra.

De acuerdo con la especialista, la infertilidad secundaria se diagnostica cuando una mujer que ya ha sido madre intenta sin éxito un nuevo embarazo durante un periodo de entre seis a doce meses, manteniendo relaciones sexuales frecuentes, al menos cuatro veces por semana, sin utilizar métodos anticonceptivos.

Esta dificultad puede surgir incluso si el primer embarazo fue completamente natural y sin complicaciones.

Saavedra explica que las causas pueden ser múltiples y no siempre recaen sobre la mujer. Entre las más comunes están las alteraciones hormonales, la disminución de la reserva ovárica (especialmente después de los 35 años), condiciones metabólicas como la obesidad o la resistencia a la insulina, así como problemas estructurales como miomas, quistes o endometriosis.

Se necesita una evaluación en la pareja

También puede deberse a factores masculinos, por lo que se recomienda evaluar tanto al hombre como a la mujer desde el inicio del abordaje médico.

“Siempre debemos evaluar ambos factores, el femenino y el masculino”, señala la ginecóloga. “Es común que el primer embarazo haya ocurrido en condiciones muy distintas, como a una edad más joven, y que años después, al intentar el segundo, los cuerpos ya no respondan igual. Por eso, cada caso debe investigarse a fondo”.

El proceso de diagnóstico comienza con una consulta ginecológica. A la mujer se le realizan exámenes como ecografías, estudios hormonales (incluyendo hormona antimülleriana para conocer la reserva ovárica) y pruebas para detectar alteraciones tiroideas o de prolactina. Si se identifican problemas, puede requerirse la intervención de otros especialistas como endocrinólogos.

En el caso del hombre, el análisis principal es el espermatograma, complementado con un ultrasonido testicular si se considera necesario. Estos estudios permiten identificar la cantidad, forma y movilidad de los espermatozoides, factores clave para la concepción.

La doctora Kenia Álvarez, también ginecóloga obstetra, señala que, si tras la evaluación inicial no se logra un embarazo, las parejas pueden ser referidas a un especialista en biología de la reproducción o fertilidad, quienes ofrecen tratamientos personalizados, que van desde el coito programado, hasta técnicas más complejas como la inseminación artificial o la fertilización in vitro.

Sin embargo, estas alternativas solo están disponibles en clínicas privadas. “En Nicaragua no existen opciones de fertilidad asistida dentro del sistema público ni en clínicas del INSS. Todos los tratamientos son privados”, indica Álvarez. Los costos pueden variar significativamente, dependiendo del procedimiento, pero pueden alcanzar entre 5,000 y 10,000 dólares.

Una vez que se logra el embarazo, las especialistas recalcan la importancia de un control prenatal riguroso, especialmente si se trata de mujeres mayores de 35 años o con condiciones médicas asociadas. “El hecho de que haya costado más concebir no lo hace un embarazo más riesgoso por sí solo, pero sí puede implicar una mayor vigilancia médica”, aclara la doctora Saavedra.

Los cuidados prenatales deben incluir suplementación con multivitamínicos, monitoreo mensual con ultrasonidos, evaluaciones clínicas individualizadas, y modificaciones en el estilo de vida, como control de peso, dieta saludable y actividad física moderada.