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¿Qué la pasa a tu cuerpo después de los 30 años?

Esta etapa marca el inicio de ajustes naturales, desde hormonales hasta transformaciones físicas.


Cumplir 30 años marca un punto de inflexión en la vida de muchas mujeres. Aunque muchas llegan a esta edad en plenitud física, mental y emocional, también es común que comiencen a notar ciertos cambios en su cuerpo que, aunque pueden generar preocupación, son completamente normales.

La Dra. Mayber Saavedra, ginecóloga y obstetra, explica que gran parte de estos procesos están relacionados con la fluctuación hormonal y que conocerlos es clave para afrontarlos con salud y bienestar.

“En la población esto causa muchas dudas e inconvenientes, por eso es importante que las mujeres estén informadas y conscientes que muchos de los cambios son completamente normales y que van a ser paulatinos, como una antesala a todo el resto de cambios que vienen a esta edad”, señala la especialista.

Según Saavedra, desde los 30 años comienzan a notarse fluctuaciones hormonales que afectan principalmente los niveles de estrógeno y progesterona, dos hormonas clave en la salud femenina.

Esto puede reflejarse en alteraciones del ciclo menstrual, como un síndrome premenstrual (SPM) más severo o en algunos casos menos intenso, y variaciones en el sangrado, ya sea en cantidad o duración, en comparación con la adolescencia o los 20 años.

Uno de los cambios más significativos ocurre a partir de los 35 años: la reserva ovárica empieza a disminuir notablemente, lo que puede influir en la fertilidad. “Está muy por debajo de lo que podemos esperar para lograr una gestación con mayor facilidad”, aclara Saavedra.

El impacto en la piel, el cuerpo y la musculatura

A nivel físico, también se presentan otros signos del paso del tiempo. Por ejemplo, la producción de colágeno disminuye entre un 1 y un 2% por año desde los 30 años, lo que afecta la elasticidad y apariencia de la piel. Esto hace que el cuidado diario con protector solar y rutinas de hidratación facial sean esenciales para mantener la salud cutánea.

La masa ósea también empieza a disminuir desde los 20 años, pero se vuelve más notorio a partir de los 30. Además, la masa muscular cae en promedio un 1% por década, un proceso que puede ralentizarse o incluso revertirse parcialmente con buena alimentación y ejercicio regular.

La recomendación ginecológica y de la OMS es realizar al menos 150 minutos de actividad física semanal, combinando ejercicios aeróbicos y de fuerza.

“Científicamente, está descrito que las pacientes que ganan masa muscular a esta edad tienen un envejecimiento mucho más lento y cambios más paulatinos. También se previenen enfermedades como la resistencia a la insulina o la diabetes”, agrega Saavedra.

Así mismo, es común que aparezcan otros síntomas visibles como la caída del cabello, aumento del vello facial y acumulación de grasa abdominal, que muchas veces resultan frustrantes para quienes no los esperan. Sin embargo, todos estos procesos son parte de un ajuste fisiológico natural del cuerpo femenino.

La importancia del descanso y los chequeos médicos

El sueño también juega un rol crucial. Saavedra advierte que “el desvelo afecta, el sueño no se recupera, y el sueño reparador ayuda a que las hormonas femeninas se liberen con normalidad”.

De hecho, se ha demostrado que las mujeres necesitan más horas de descanso que los varones, especialmente durante la menstruación, donde se recomiendan entre 20 y 30 minutos adicionales.

Además, es fundamental realizar controles médicos regulares. Entre los estudios recomendados por la especialista se incluyen: panel hormonal (hormona foliculoestimulante y luteinizante) para evaluar la función ovárica.

Niveles de calcio y vitamina D, perfil lipídico y hepático, chequear métodos anticonceptivos, ya que estos también afectan la respuesta hormonal del cuerpo, dependiendo del tipo, dosis y duración del uso y por supuesto, los chequeos ginecológicos anuales.