Referencial

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¡Vencé el miedo a amar con libertad!

Te ilusiona, pero no da el paso. Identificá los bloqueos emocionales.


En tiempos donde las relaciones humanas parecen más complejas que nunca, el miedo al compromiso se ha convertido en una barrera silenciosa, pero poderosa que impide construir vínculos profundos y duraderos.

Este temor, lejos de ser un capricho, responde muchas veces a experiencias pasadas no resueltas, inseguridades emocionales o modelos de apego disfuncionales que afectan la manera en que una persona se vincula afectivamente.

Uno de los fenómenos más comunes en este contexto es el de los llamados “casi algo”, relaciones sin nombre, sin claridad ni compromiso, donde las emociones están presentes, pero no se materializan en una relación formal.

Para la psicóloga Fanny Rodríguez, este tipo de vínculo genera una ilusión de compañía que con el tiempo, puede dejar secuelas. “Muchas personas se quedan atrapadas en relaciones ambiguas por miedo a enfrentar una relación real, con responsabilidades afectivas y emocionales”, afirma.

El miedo al compromiso no se manifiesta igual en todas las personas, algunos evitan definir relaciones, otros sabotean vínculos estables o huyen cuando la conexión se profundiza.

Las raíces de este miedo pueden estar en experiencias de abandono, traiciones pasadas, baja autoestima o incluso en mensajes culturales que promueven una independencia emocional extrema.

La importancia de diferenciar

Marcela Miranda, psicóloga destaca la importancia de diferenciar entre el deseo genuino de no estar en una relación y el miedo a establecer una.

“No todas las personas que deciden estar solas le temen al compromiso. Pero quien desea amar y ser amado, y aun así repite patrones de huida o autosabotaje, probablemente necesite revisar heridas no sanadas”, explica.

Ambas especialistas coinciden en que trabajar en el autoconocimiento es clave. Identificar patrones, dialogar con las emociones reprimidas y preguntarse honestamente qué se teme de una relación profunda.

“El compromiso no significa perder libertad, sino construir juntos desde el respeto y la responsabilidad afectiva”, apunta Rodríguez.