
Referencial
¿Cómo superar el miedo al volante tras un accidente?
El estrés postraumático puede manifestarse de distintas formas, dice especialista.
El impacto psicológico tras un accidente de tránsito puede ser tan severo como las lesiones físicas. En Nicaragua, donde semanalmente se registran más de mil colisiones, muchos sobrevivientes enfrentan una consecuencia silenciosa, el miedo paralizante a volver a conducir o incluso a salir a la calle.
"Un accidente de tránsito puede cambiarte la vida en segundos, no solo por las heridas físicas, sino por las secuelas psicológicas que deja en quienes sobreviven", advierte el psicólogo Renato Montealegre, al señalar que las víctimas suelen desarrollar síntomas de estrés postraumático si no reciben atención adecuada en el momento oportuno.
De acuerdo con Montealegre, los afectados pueden experimentar desde una fuerte ansiedad al acercarse a un vehículo, hasta la sensación persistente de que su próxima salida podría ser la última.
“El miedo de volver a conducir, la creencia de que no se tiene derecho a vivir mientras otros murieron, son pensamientos comunes que muchos cargan en silencio”, explica.
Los niños tampoco están exentos de estas secuelas. El especialista menciona casos en los que menores, pese a no haber sufrido lesiones graves, quedaron con consecuencias emocionales profundas.
“He conocido niños que, después de un accidente, simplemente dejaron de hablar. Olvidaron cómo hacerlo y necesitaron terapias prolongadas para volver a comunicarse”, indica.
“El accidente no se puede borrar"
El trauma puede adoptar múltiples formas, detalla el experto. "Desde la depresión y el aislamiento, hasta el rechazo a cruzar una calle o utilizar transporte. Todo depende del contexto del accidente, si hubo fallecidos, si alguien perdió una extremidad, la edad de los involucrados o incluso si solo se trató de un impacto fuerte”, expresa Montealegre.
Según el especialista, una de las respuestas más comunes, pero inadecuadas, es apartar a los niños de la escena sin explicarles lo que ocurrió. “Los menores quedan con recuerdos vagos pero impactantes. Aunque sus padres sobrevivan, el trauma se fija y puede acompañarlos toda la vida si no se trata de forma profesional”.
El estrés postraumático derivado de estos eventos puede manifestarse a través de miedos repetitivos, evasión de ciertos lugares o situaciones, y revivir mentalmente el accidente cada vez que algo lo recuerda, como pasar por una intersección. “Hay personas que sienten que cada vez que se despiden de su familia podría ser la última vez”, comenta.
Montealegre insiste en que la intervención temprana es clave. “El accidente no se puede borrar, pero sí podemos reducir los síntomas con tratamiento psicológico. Aplicamos terapias cognitivas conductuales para que la persona aprenda a manejar sus emociones y no viva atrapada en ese momento”, explica.
También afecta a pasajeros
En casos más extremos, personas que pierden extremidades o quedan con discapacidades permanentes enfrentan, además del duelo por su condición física, un aislamiento social que puede convertirse en una carga emocional constante.
"No existen estadísticas públicas sobre cuántos nicaragüenses quedan con secuelas físicas tras un accidente en motocicleta, pero son muchos. Y sin apoyo adecuado, sus vidas pueden cambiar para siempre", señala el experto.
El psicólogo concluye que el trauma no solo afecta al conductor o a los pasajeros, sino también al entorno familiar y social de los involucrados. "Hay que atender durante y después del evento. Solo así podemos evitar que una colisión se convierta en una condena emocional de por vida".