Foto: Referencial

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¿Qué tiene que ver tu clóset con tu bienestar emocional y alimentación?

Deshacerte de lo que no usás y nutrirte de lo que de verdad te funciona, es una herramienta de liberación.


Deshacerse de lo que ya no usamos puede parecer una tarea simple, pero el llamado “détox de clóset” va más allá de lo estético, es un ejercicio de bienestar personal, emocional y hasta energético.

Esta práctica, cada vez más popular, consiste en revisar nuestro armario con criterio, seleccionar lo que verdaderamente usamos, amamos o necesitamos, y dejar ir lo que ya no aporta valor a nuestro día a día, según Emma Gutiérrez, coach y asesora de imagen, quien resalta que hacer un détox de clóset no solo mejora tu estilo, también tu mentalidad.

“Cuando haces un détox de clóset, no estás tirando ropa, estás tomando decisiones sobre quién eres hoy. Muchas veces, guardamos ropa de una versión pasada de nosotras, o en un ideal que ni siquiera nos representa” refiere la experta.

El proceso no solo ordena tu espacio físico, también tiene un impacto emocional, pues muchas personas reportan sensación de ligereza y claridad mental después de organizar su ropa.

Facilita la toma de decisiones

Reducir el desorden visual facilita la toma de decisiones al vestir, aporta mayor claridad y disminuye el estrés diario.

De forma complementaria, Mariana Stabile, experta en bienestar y détox de alimentos, señala que ordenar los espacios que habitás tiene paralelos muy claros con limpiar el cuerpo y la mente.

Sugiere que el détox de clóset puede incluso formar parte de una rutina de autocuidado integral, si combinamos el orden exterior (ropa, hogar) con el interior (alimentación, pensamientos), el efecto es más profundo.

“Cuando tu entorno refleja tu bienestar, todo fluye mejor. Una dieta saludable, un hogar limpio y un clóset ordenado son señales de amor propio”, agrega.

Ambas especialistas coinciden en que este tipo de détox no se trata de minimalismo extremo ni de moda rápida, sino de consumo consciente y de conexión personal con lo que vestís y comés.

En un mundo saturado de estímulos y acumulación, hacer espacio literal y simbólicamente se ha vuelto una forma de sanación.