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¿En qué consiste el trastorno de la marcha y a quiénes afecta?
Alteraciones pueden alertar de problemas neurológicos, musculares o posturales, dice especialista.
La marcha, entendida como la capacidad de caminar de manera autónoma y coordinada, es un proceso que suele darse por sentado. Sin embargo, cuando se altera, puede convertirse en una manifestación seria de diversos problemas de salud.
El neurólogo Adrián Coulson advierte que muchas veces se normalizan estos trastornos, pero pueden llegar a ser serios en los pacientes que la padecen. Y aunque caminar parezca un acto sencillo, se trata de un proceso altamente complejo que se inicia desde el primer año de vida.
Según el especialista, “la marcha es un proceso innato que lo hacemos desde chiquitos desde el primer año de vida, este es automático gracias a la sincronía de muchos sistemas que implican no solo la parte neurológica, sino que la osteomuscular, columna, etc. Incluso órganos como la audición y visión influyen en el proceso de la marcha”.
Esto significa que el simple hecho de desplazarnos involucra milisegundos de coordinación inconsciente entre el cerebro, los músculos, la columna vertebral y los órganos de los sentidos.
De ahí que cualquier falla en estos sistemas pueda alterar el patrón normal de caminar “cuando ya comienza a alterarse es porque algún proceso anormal está sucediendo en el individuo”, enfatiza Coulson.
Causas multifactoriales
“Las causas dependen mucho de la edad, factores genéticos y ambientales; por ejemplo, si una persona tiene un problema osteomuscular, una mal formación en sus pies o rodillas, columna o cadera, obviamente la marcha va a ser anormal”.
El especialista advierte que: “los niños también que tienen pie plano, la base de sustentación para la marcha con el tiempo va a generarle problemas tanto en la pelvis como en la columna, que va a presentar alteraciones en la marcha”.
Además de las malformaciones y condiciones neurológicas, las malas posturas o los traumatismos pueden ser determinantes.
Tipos de marcha y sus consecuencias
Existen distintos patrones de marcha alterada, cada uno con causas y riesgos específicos: La antálgica: por dolor, puede provocar compensaciones articulares y mayor desgaste. Atáxica: pasos inestables; aumenta el riesgo de caídas y fracturas.
Espástica: rigidez y caminar en tijera; limita la movilidad y puede causar contracturas. Festinante (parkinsoniana): pasos cortos y rápidos; dificultad para detenerse, riesgo elevado de caídas. Hemipléjica: arrastre de un lado del cuerpo; genera desgaste en la columna y desequilibrio, entre otros.
Si no se corrigen o tratan, estas alteraciones no solo afectan la mecánica del caminar, sino también la postura, la columna vertebral, el equilibrio e incluso la independencia del paciente en sus actividades diarias.