
Foto: Jubia Ugarte
Tartamudez... ¿Qué la genera y cómo se trata?
1% de la población a nivel global tartamudea, según datos de la OMS.
La tartamudez, o bien conocida como la disfemia, es un trastorno del lenguaje que interrumpe el flujo normal del habla y que no discrimina edades, ya que puede afectar tanto a niños y adultos.
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que aproximadamente el 1% de la población a nivel global tartamudea, es decir, unos 67 millones de personas, pero llama la atención que esta condición afecta al doble de hombres que de mujeres.
“Nosotros como padres vamos identificando su manera de hablar o alargamientos de sonidos de vocales, algunas veces vienen acompañados de problemas musculares que generan un sobresfuerzo de los niños para poder expresar lo que quieren decir verbalmente", expresó, Karla Manzanares, Terapeuta de lenguaje y del Aprendizaje.
Por su parte, explico que “cuando vos trabajás con un niño también debés ser un niño, porque es por medio del juego o la ludoterapia que podemos llegar a ellos”.
En el caso de la niñez, entre un 5 y 10% de estos pueden presentarla en la etapa de desarrollo del lenguaje, no obstante, en la mayoría de casos logran superarla con el tiempo si se garantiza el acompañamiento a través de terapias y apoyo emocional.
“Cuando un niño presenta tartamudez, siempre va a tener afectada la parte de las emociones, se vuelve tímido, no quiere hablar debido a que los otros compañeritos le hacen bullying, de esta manera necesitan un acompañamiento del área de psicología para trabajar esas emociones”, afirmó Manzanares.
En este mismo sentido, la psicóloga Yerling Castillo añade que el apoyo psicológico enseña a las personas a interpretar su experiencia comunicativa, siendo esto una forma de fortalecer los recursos de afrontamiento, eliminando creencias que permitan nuevas narrativas de su propia historia de vida.
Ambas especialistas coinciden que hablar con empatía, escuchar sin interrumpir y comprender que cada palabra tiene su ritmo, son formas sencillas, pero poderosas de crear espacios donde todas las voces puedan expresarse sin miedo, ya que cada ser humano es diferente, coinciden ambas especialistas.