Foto de VosTv.

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Daysi Duarte, una valiente que se aferró a la vida para ganarle la batalla al cáncer

Palparse los pechos y axilas era una costumbre que su mamá, doña Olga Ruíz, les había enseñado a Daysi y a su hermana desde la adolescencia


Una pelotita en la axila o el busto de una mujer puede parecer insignificante a primera vista, pero con el tiempo se vuelve un enemigo mortal que silenciosamente puede llevar hasta la muerte.

Daysi Duarte, de 53 años, sabe muy bien lo que es enfrentarse a uno de esos “pequeños bultitos” que por poco acaban con su vida. Para ella todo empezó con un dolor en la parte derecha de su cuello.

“Empecé con un dolor en el cuello, un dolor fuerte. Pensaba que era producto del estrés. Una mañana empecé a tocarme y me sentí una pelotita gruesa (en el busto y las axilas)”, contó Daysi Duarte, mientras recuerda que también le comentó a su mamá y esto alarmó a toda la familia.

Palparse los pechos y axilas era una costumbre que su mamá, doña Olga Ruíz, les había enseñado a Daysi y a su hermana desde la adolescencia; una práctica que han realizado hasta su adultez y que le salvó la vida.

Así empezaron días amargos para Duarte y con más miedo que esperanzas, se dispuso a visitar a un médico de confianza, quien la envió a realizarse una mamografía y otros exámenes, los cuales arrojaron el diagnóstico que tanto temían recibir Daysi y su familia. El cáncer de mama había tocado a la puerta.

Un día antes del cumpleaños de su mamá, Daysi había sido notificada que tenía un cáncer en estadio IIIB.

“Tenía miedo, pensé que iba a morir. Solo pensaba en mis hijos que están fuera del país, quería conocer a mis nietos y no quería que mi mamá me enterrara a mí”, ese fue el primer pensamiento de Daysi al recibir la noticia.

La quimios

Pero el diagnóstico fue únicamente el principio de una larga y dolorosa jornada para Daysi y toda la familia, quienes en el mismo año que ella recibió el diagnóstico de cáncer también habían enterrado a dos familiares más, uno por cáncer de colon y otro por cáncer de tiroides.

Las quimioterapias intensificaron el miedo a la muerte. Los achaques, dolores de cabeza, la falta de apetito, la caída del cabello y las uñas cambiaron tanto la apariencia de Daysi, que su madre, asegura con lágrimas en los ojos, que esa será la escena más desgarradora que jamás olvidará.

“Lo más difícil fue ver cómo se le caía el pelo, sus uñas negras, los achaque. Un día, le dije a mi hija, -cortate el pelo- (porque se le caía en grandes cantidades) y su hermana agarró unas tijeras y lo cortó”, cuenta doña Olga, mamá de Daysi, con lágrimas en los ojos mientras trataba de recuperar la voz.

Tras meses de tratamiento y aunque quería seguir viviendo, Daysi asegura que las quimios debilitaron su cuerpo y su autoestima.

“Físicamente te destruye, emocionalmente te da depresión, hay días en los que no me quería ni siquiera bañar, los achaques, no quería sentir olores, el agua me ofendía, eso es un proceso muy duro”, dice la sobreviviente de cáncer.

Daysi pasó varios meses en tratamiento riguroso, tuvo que dejar las salidas sociales, dejó de trabajar para enfocarse en su tratamiento; la compañía de su familia hizo que no se rindiera en el intento.

Con mucha disciplina para tratarse, el amor de sus seres queridos y la fe en Dios, Daysi recibió la mejor noticia de su vida en el día de su cumpleaños. Asegura que su médico le llamó para “preguntarme qué promesa le había hecho a Dios porque el cáncer estaba muerto”.

Como si la vida le hubiese dado el regalo de volver a nacer, Daysi logró vencer el cáncer de mama y ahora asegura que quiere “contar mi testimonio para ayudar a otras mujeres y les digo que el cáncer tiene cura si se trata a tiempo, ejemplo vivo su servidora”.

También animó a otras mujeres a tocarse, autoexaminarse y perder el miedo a visitar a los médicos, pues eso es lo que le salvo la vida a ella y ahora por fortuna puede contar su historia.

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