
Fotos: Josthin Díaz.
La joven que transforma el papel y cartón en preciosas piñatas
Cristhina Ruiz encontró en este arte una forma de sanar, crecer y soñar en grande.
En el corazón de Masaya, cuna de tradiciones, mitos y leyendas, la creatividad se nota a flor de piel en el emprendimiento que dirige Cristhina Ruiz, una joven que ha encontrado en las piñatas una forma de sanar, crecer y soñar en grande.
Armada de pinceles, papel crepé en una variedad de colores, cartones, la tijera, pegamento y otros elementos, esta joven nacida en "la ciudad de las flores", asegura que a través de las manualidades ha encontrado una forma diferente de ver las cosas.
Ruiz ha convertido una experiencia personal dolorosa en un motor de vida que impulsa tanto su desarrollo personal como el de su familia.
"La tradición nació bajo una experiencia personal, que lamentablemente fue bastante fuerte para nosotros como familia, esto ha significado muchísimo porque así hemos crecido, ha sido parte de superación, tanto para lo vivido anteriormente, como para el futuro, porque esto prácticamente ayuda en la economía", dice.
“Me desahogué en esta parte de las piñatas, fue como olvidar lo pasado y estar creando con mis manos, porque no solamente las piñatas, sino todo tipo de manualidades, entonces me siento como más libre”, comparte la joven, quien junto a sus padres y hermanos ha hecho de este oficio una fuente de ingresos y un proyecto colectivo.
Cada figura de papel es clave para sus integrantes. Asegura que es un oficio muy bonito en el que se aprende de todo. "Creando, imaginando ideas, porque a veces salen unos proyectos de piñatas, que algunas veces nunca los he hecho, entre todos vamos aportando una idea", dice.
Refiere que actualmente su trabajo lo conocen más personas y eso es bonito, tanto así que su trabajo ha traspasado fronteras. Tiene clientes en Masaya, Siuna y Matagalpa.
“La parte más difícil es cuando tenés limitantes, como el espacio para trabajar o para mostrarle al cliente todo lo que puedo hacer”, confiesa. Sin embargo, su entusiasmo no se detiene.
Afirma haber conocido a piñateros con gran experiencia, quienes le dan tips o cuentan como se trabajaba antes, "me cuentan que antes las piñatas eran de algodón, era otro método, ocupaban ollas, ahora ya es algo más moderno, bonito, pero creo que estoy preservando la cultura de Monimbó porque aquí hay muchos talleres de piñatas".
Su gran sueño es abrir un local donde pueda exhibir sus piñatas y expandir su emprendimiento a nivel nacional.
“Emprender no es fácil, pero tampoco es imposible”, asegura. Con la humildad que la caracteriza, anima a otros jóvenes a lanzarse al mundo del emprendimiento.
Su catálogo digital está disponible a través de WhatsApp, donde recibe pedidos personalizados al número 8207 4570.