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La lucha por contener el dengue esterilizando mosquitos en Singapur

Solo en Bangladesh, el peor brote de dengue de la historia del país ha dejado ese año ya casi 950 muertos y cerca de 200.000 infecciones.


Encontrarse nubes de mosquitos en Singapur puede ser paradójicamente una garantía de protección frente al dengue: la isla emprende el "Proyecto Wolbachia", por el que lanza de forma controlada miles de los alados insectos inoculados de la bacteria homónima para contener su procreación y los contagios.

Nurashikin Binte Abdul Halim llega temprano a una urbanización en una frondosa zona del oeste de Singapur, cercana a una reserva natural, portando una cesta llena de recipientes cilíndricos. En ellos traslada a 2.400 mosquitos macho Aedes aegypti, la especie potencialmente transmisora de dengue, entre otras enfermedades.

La investigadora del "Proyecto Wolbachia" tiene una misión sencilla, pero que resulta posible gracias a un complejo proceso previo: abre cada tubo y deja salir a los mosquitos en puntos seleccionados del bloque, una tarea que repite en el mismo enclave hasta dos veces por semana durante un tiempo indeterminado.

"Es importante hacerlo a primera hora de la mañana, cuando la temperatura es más fresca (en el tropical Singapur) y los mosquitos son más activos", dice a EFE, tras dejar salir en tromba a los insectos dípteros.

El objetivo es que estos mosquitos, criados en un laboratorio de la isla, se lancen en búsqueda de las hembras salvajes de su especie -las transmisoras de dengue, pues los machos no pican- y se apareen, pero no procreen, ya que la bacteria Wolbachia que ha sido inoculada en ellos lo impide.

Este microorganismo, que vive de forma natural en el 60% de los insectos del planeta, pero normalmente no en el Aedes aegypti, genera un fenómeno biológico conocido como incompatibilidad citoplasmática, que hace que los huevos no sean viables.

Competición con los mosquitos salvajes

Caleb Lee, científico del proyecto, puesto en marcha en Singapur en 2016 y el cual se espera que este año haya cubierto el 30 % de los bloques de vivienda subsidiada de la isla -donde reside alrededor del 80 % de la población local-, explica el proceso como una especie de "competición" entre los machos de laboratorio y los salvajes.

"Básicamente, hacemos un cálculo y lanzamos alrededor de 20 veces más mosquitos macho que los que existen en el área para que compitan con ellos", indica a EFE.

De este modo, si un mosquito hembra -con una vida en espacios exteriores de unas dos semanas- tiene una capacidad aproximada de aparearse y poner huevos unas cinco veces durante su existencia, explica Lee, el propósito es que se tope lo máximo posible con los Aedes aegypti de laboratorio para evitar o mermar la descendencia.

Según datos del programa, amparado por la Agencia Nacional para el Medioambiente de Singapur, la estrategia está teniendo éxito para reducir esta especie y frenar así los contagios de dengue: en un par de lugares de la isla en los que se han lanzado mosquitos durante al menos un año, se ha reducido el total de estos insectos en hasta un 98 %, y se ha registrado un 88% menos de casos de dengue.

"Se trata básicamente de una técnica de supresión", dice a EFE Deng Lu, quien trabaja en el laboratorio de una zona industrial de la isla, donde se han criado más de 300 millones de mosquitos "Wolbachia" desde el inicio, y se esperan unos 7 millones por semana.

Retos dentro y fuera del proyecto

Esta es la parte que hace más difícil expandir el proyecto, pues requiere de tecnología costosa y aún incipiente para tareas como la recolecta de huevos, la contabilización de larvas, su crianza, la detección de sexos, y también la inoculación de la bacteria, que Lu describe como una suerte de "fertilización in vitro".

Así, alcanzar a exterminar el mosquito -"sin mosquito, no hay riesgo de dengue", sintetiza Lu- es aún un sueño lejano, y los casos repuntan en Singapur, con alrededor de 200 por semana en la isla, un 20 % más que las anteriores, si bien la curva de contagios está lejos de llegar al récord de los más de 35.000 en 2020.

Mientras la próspera Singapur busca mejorar la eficacia tecnológica de su estrategia, que ha sido probada en otros países, entre ellos China, el Programa Mundial del Mosquito (WMP) advierte de más retos, como el mayor esparcimiento de los mosquitos debido al repunte de los viajes internacionales y el cambio climático, entre otros factores.

En consecuencia, la oenegé alerta de que el número de personas afectadas por enfermedades transmitidas por mosquitos no ha hecho, sino aumentar, y el dengue contagia a unos 300 millones de personas al año, con decenas de miles de muertes, la mayoría niños.

Solo en Bangladesh, el peor brote de dengue de la historia del país ha dejado ese año ya casi 950 muertos y cerca de 200.000 infecciones, superando su máximo histórico de 281 fallecimientos.

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