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Este es el cruce de alto flujo migratorio de nicaragüenses hacia EE.UU.

Desde el cierre de la frontera, para venezolanos que migran de forma irregular, aumentaron los nicaragüenses.


Un alto flujo migratorio de nicaragüenses y flexibilización no publicitada se está observando esta semana en el Río Bravo, según reporte de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés).

Según datos del CBP brindado a medios de comunicación locales, de 2,800 migrantes que cruzaron la semana pasada, unos 500 eran nicaragüenses.

La ruta de pase más utilizada por los nicaragüenses es entre el estado Ciudad Juárez, México, y El Paso, Texas de Estados Unidos (EE.UU.), en donde antes se ubicaban los campamentos de venezolanos.

Este 5 de diciembre, un grupo de al menos nueve nicaragüenses fueron captados por medios locales, cuando se disponían a cruzar por el Río Bravo, en busca de lo que llaman el sueño americano.

Los nicaragüenses eran originarios de Siuna y pretendían entregarse a las autoridades migratorias estadounidenses a pesar de no tener ningún familiar que al otro lado reclamara por ellos.

“Damos gracias a Dios que hemos llegado hasta acá, con salud y en buenas condiciones”, dijo una de las mujeres nicaragüenses del grupo.

“Vamos para adelante, vamos a ver que se puede hacer por allá, vamos a probar suerte”, indicó otro nicaragüense que cruzó ante de cruzar el Río.

De acuerdo a medios locales, las autoridades migratorias estadounidenses, por el alto flujo migratorio, en algunos casos están liberando a los nicas a su suerte en las calles de El Paso, Texas, en donde les otorgan un permiso de dos meses y 60 días mientras buscan a sus familiares.

Una vez los venezolanos fueron desalojados del sitio y entró en vigencia un parole que no les permite ingresar de formas irregulares a EE.UU., ahora son los nicaragüenses los de más alto flujo migratorio, aunque algunas familias de Venezuela aún se arriesgan.

Jesús Romero, migrante venezolano que viajo con su familia, refirió que no les temen a las nuevas reglas estadounidenses y decidieron emprender el viaje, porque la crisis económica en su país es extrema.

“Están regresando a los que andan solos, a los que andan con familia se les está colaborando, entonces voy a probar, por eso vine con toda mi familia”, contó a medios locales el migrante.

Gabriela Santa, otra migrante venezolana, viajo junto a sus dos hijas y reconoció que el viaje ha sido de sacrificio y grandes retos por el cansancio que ha implicado.

“Que nos ayuden y nos den la oportunidad porque nosotros lo que queremos es trabajar”, agregó.

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