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Robertito, el valiente leonés que se enfrenta a una enfermedad que cambió su desarrollo

Él y su madre se enfrentan cada día a las dificultades de una enfermedad que provoca deformaciones físicas y dificultades para movilizarse.


Robertito, a como muchos lo conocen, habita en León, él padece de una condición por la cual sus huesos no pudieron desarrollarse de manera efectiva, a pesar de esto, contagia de alegría a los que lo rodean y actualmente, apoya de forma económica a su madre, Martha Gutiérrez, quien cuenta el proceso de su embarazo.

“Antes que él naciera, a mí me entró una fiebre por dentro, él nació normal, pero a los 9 meses, esa fiebre lo atacó, lo llevamos a médicos, pero nos dijeron que era una fiebre que él tenía por dentro de lo de los huesitos, y que él se me iba a ir deformando poco a poco y así sucedió", recuerda la señora.

"Él se deformó como al año y medio, no se podía golpear porque se me quebraba, yo ahí tengo fotos todavía donde lo tengo envuelto con hojitas de anonas, entablilladito y todo. A él me le dio esa fiebre que lo fue quebrando poco a poco, hasta que lo hizo pequeñito, el problema era eso, que él no se podía golpear y no se puede golpear a la vez porque le afecta. Su infancia fue con mucho cuidado”, dice doña Martha.

Robertito indica que “cuando se quebraba era un tiempo difícil, para acostarme era bárbaro porque a mí no me puede poner yeso, porque el doctor me decía que como el yeso es caliente me iba a dañar más los huesos”.

Con aspiraciones y sueños, durante su temporada escolar comenta que fue realmente feliz, ya que sus compañeros de clases siempre lo apreciaron y trataron con cariño, él terminó la primaria, sin embargo, debido a las complicaciones corporales a las que se enfrentaba cursó hasta 4to año de secundaria.

“La escuela fue la etapa más feliz de mi vida, los chavalos me querían mucho, se pelaban por andarme en la silla de ruedas a la hora del recreo y cuando veía ya estaban discutiendo, y lo les decía que para que no se pelearan ninguno me iba a andar. En español era un poco torpe, pero en matemática yo era muy bueno”, expresa.

“Me dijeron que él iba a ser muy inteligente y así me salió, porque gracias a Dios él llegó hasta cuarto año”, comenta su madre.

“Yo no puedo escribir muy rápido, yo escribo, pero se me complica, ahí me la juego. Por eso yo le dije a mi mamá que no iba a seguir estudiando, ella me preguntó que por qué y yo le expliqué que en el colegio escribían muy rápido y a veces me quedaba”, manifiesta Robertito.

Doña Martha es una mujer de mucha fe y en Dios ha encontrado el consuelo y la fuerza cuando más lo ha necesitado al enfrentarse con los retos que ha representado la discapacidad de su hijo, por lo cual llevó la creatividad que caracteriza a las madres nicaragüenses a establecer nuevas fuentes de trabajo para sacar adelante a su hijo.

“Yo vendía afuera, en la carretera, ahí vendía chiverías, golosinas, hacía güirila y yo siempre busqué la manera de salir adelante para criar a mi hijo, todavía hace poco hice cajetas y piñonate, yo hago carretas hago piñonate, pero un tiempo hace poco yo me grabé y comencé a padecer de infección renal, de azúcar, de la presión y yo le dije, que en algún momento él iba a buscar cómo sobrevivir porque yo no soy eterna”, argumenta.

Cuando Robertito era un niño, llego a él la posibilidad de una operación que prometía cambiarle la vida, esto encendió la esperanza en su mamá, sin embargo, la historia, es otra.

“Era fuera del país que lo iban a operar, pero después dijeron que no, porque eso era una deformación que él llevaba en todos los huesitos, no era en una sola parte, era en todo el cuerpo que venía la deformación, no era como alguna quebradura normal”, dice doña Martha.

Agrega que vive con el constante miedo de muchas madres, llegar a faltarle a su hijo y no saber qué pasará con él, debido a que ella ha estado atendiéndolo durante toda su vida y aunque Robertito es muy independiente, necesita que alguien lo asista en algunas actividades que no puede realizar por sí solo.

“Yo le pido a Dios que primero se lo lleve a él y después a mí, porque con su papá no tengo esperanza, tal vez su hermana o algún familiar de él, pero yo le pido a Dios, eso es lo único yo le que le pido a mi señor, que mi hijo no quede en brazos de nadie, porque la única que lo puede aguantar y cuidar soy yo”, dice con lágrimas.

La buena actitud de Roberto ha hecho que hoy cuente con muchos amigos, entre ellos se encuentra José Bravo, que al conocer su historia decidió hacer algo para que eso cambiara, proponiéndole aventurarse a apelar al buen corazón de los nicaragüenses, y actualmente se le ve acompañado de su amigo en diferentes escenarios, como el transporte público, de esta manera ahora puede solventar un poco sus necesidades económicas y aportar en su hogar.

“Lo conocí aquí en su casa y lo quedé viendo y digo -¡wow! ¿Robertito, la gente te saca para que te ayuden?- Me dijo que no y le pregunto -¿tenés necesidades?- Claro me dice. Y entonces le digo yo -salgamos entonces-, hablé con su mamá, ella me dijo que no lo sacaba porque le daba pena”, asegura Bravo.

El amigo cuenta que "la gente ve desde el principio que en realidad no es que anda pidiendo porque quiere, sino porque en realidad necesita, lo comencé a llevar a los buses, Robertito no le pide a nadie, simplemente pasa por el pasillo y la gente sola saca voluntariamente sus monedas o saca su billetito de diez o de veinte pesos, entonces él se siente feliz porque ya tiene para su recarga, tiene para comprarse su gorra, tiene para sus camisetas y lo que él necesite, comerse algo, y aporta a la casa, Robertito es en estos momentos es el hombre de la casa”, apunta José.

“Siempre salimos adelante con la ayuda de Dios, que es lo principal, porque a él es a quien debemos invocar, al único, porque las bendiciones vienen porque Dios lo permite, no porque nosotros queramos, sino que Dios toca corazones”, dice la madre de Robertito.

“Lo voy a decir con orgullo, porque al que roba le debería de dar pena, no al que pide, y yo solamente ando pidiendo y sé que es un trabajo honrado y la gente me apoya mucho, incluso en la parada de León tengo muchos amigos que siempre me han apoyado, en Chinandega también, me he ido ganando a los cobradores, porque antes nos sacaban y nos decían que estorbábamos, pero actualmente son mis amigos”, recuerda Roberto.

Él no solo cuenta con el cariño y respaldo de su madre y muchos amigos, el resto de su familia encuentran en él la inspiración que necesitan cuando sus fuerzas fallan, al ver su felicidad espontánea, sus ganas de luchar, y vivir agradecido son motivados a seguir adelante.

“Yo siempre me he llevado bien con Roberto y me gusta que es activo, y alegre, todos siempre tenemos apoyo para él, yo lo llevo a que nos vayamos a divertir, porque, así como yo me divierto, él se divierte y también se aburre aquí en la casa. Yo lo admiro porque es un luchador y siempre le he tenido respeto y admiración, ha sido mi consejero y siempre me escucha”, menciona Wilfredo Martinez, primo de Robertito.

“Nunca camino con mi estima abajo, siempre siento alegría, si los chavalos me dicen ´vamos al parque´ acepto, pero yo ni en el día, ni en la noche me siento triste, y si me siento así me acuesto a dormir”, asegura Roberto.

Él y su madre expresan su constante agradecimiento a Dios y a las personas que los han apoyado, demostrando que la actitud de agradecimiento es la mejor arma ante las adversidades, gracias al apoyo que han recibido han solventado en diversas ocasiones las necesidades del hogar, ya que hoy no cuentan con las mismas necesidades de antes.

Robertito, tiene un sueño, es mejorar la calidad de vida de su mamá, ofreciéndole una casa que preste las condiciones tanto para él como para ella, ya que considera que ha pasado tantos años sacrificándose por él y su deber es recompensar y agradecerle de esa manera.

“Todos son recuerdos que yo los ando en mi mente y en mi corazón, lo que yo he pasado con él, días duros, días de alegrías, días de tristeza, de todo, pero yo sé que con ayuda de Dios nosotros hemos salido adelante, yo tengo fe en Dios, el único poderoso es él, y él toca esos corazones tan lindos de las personas que nos ayudan”, decía su madre.

“Lo que me gustaría es que me compusieran la casa, y una cosa que yo quisiera bastante es conocer al Chocolatito, él es guerrillero igual que yo y me gustaría conocerlo”, resalta Robertito.

Todos en el mundo están en constante movimiento, el ruido y las ocupaciones no permiten en muchas ocasiones detenernos a ver este tipo de historias, historias reales, de retos, fuerza y fe, historias como la de Robertito y doña Martha, que anhelan esa casa, y confían en que la tendrán.

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